En 1867, sin duda Charles Heidseick tuvo que tirar de audacia para adquirir el emplazamiento de las Bodegas, unas cavas que databan del siglo III, una verdadera catedral subterránea. 

¿De audacia? O tal vez de intuición, porque fue la obsesión por la calidad de sus vinos lo que llevó a Charles a encontrar el mejor emplazamiento para almacenarlos. Aquí, no hay luz ni ruidos y la temperatura es óptima y estable para el desarrollo armonioso de sus champanes.

LAS BODEGAS CHARLES HEIDSIECK se componen de más de ocho kilómetros de galerías, situadas a una profundidad de treinta metros bajo tierra.

Estas galerías albergan varios millones de botellas, que reposan de forma paciente mientras su maduración se completa durante al menos cuatro años… que en algunos casos llegan a ser cuarenta.

 

Las bodegas fueron reconocidas en el año 2015 como 

Patrimonio Mundial de la Unesco